Como ya he comentado en el post introductorio, este blog intenta no sólo comentar acerca de la actualidad africana en castellano, sino también hacer especial enfásis en la política exterior española con respecto a esta región. Por esta razón – y aunque las noticias y articulos a los que hago aquí referencia no son muy actuales – es imposible evitar el hablar lo antes posible de Guinea Ecuatorial (aquí se puede encontrar una extensa introducción a la situación del país). Este país, la única colonia española en África al sur del Sáhara que ganó su independencia hace ahora 41 años, lleva los últimos 30 bajo el régimen dictatorial de Teodoro Obiang Ngema- quien se hizo con el poder en un golpe militar en el que derrocó a su tío Francisco Macías Nguema.
Como es natural, dada la condición de España como antigua potencia colonial, lo lazos entre las dos naciones continúan siendo estrechos – una situación que a menudo genera no pocos problemas. Con intervalos más o menos regulares aparecen en los distintos medios de comunicación noticias sobre las relaciones entre los dos países que son frecuentemente criticadas por distintos comentaristas. El último de estos acontecimientos ha sido la visita del ministro de exteriores Miguel Ángel Moratinos – al frente de una delegación que incluía además a representates de distintas compañías españolas y de otros políticos, el más visible de los cuales era Manuel Fraga (ex-ministro franquista que negoció la indepencia de Guinea en 1968).
El viaje de Moratinos – el tercero desde que es ministro – se enmarca dentro de su deseo de crear una política de Estado hacia Guinea. Sin, embargo – y como ya ha sido destacado en varias ocasiones – las polémicas alabanzas de Moratinos a Obiang por unos inexistentes avances democráticos demuestra que esta potencial política de Estado parece inclinarse más a satisfacer las necesidades estratégicas de nuestro país en su suministro de gas y petróleo (Guinea es el tercer productor de crudo de África, tras Nigeria y Angola) y de apoyar los intereses de empresasa españolas interesadas en utilizar Guinea como punto de entrada al mercado centroafricano (de nuevo con las empresas de hidrocarburos – Repsol – a la cabeza).
Claramente estos guiños del Gobierno español hacia Obiang, cuyo régimen no puede sino definirse como una brutal dictadura, no hacen sino aportar una legitimidad internacional que permite que la mayoría de la población guineana permanezca en la más absoluta miseria y se le niegue sus más fundamentales derecho. Por fortuna no faltan las voces que intentan publicitar la situación en la que se encuentra el país así como demandar una política española más en linea con los supuestos principios del gobierno de Zapatero, que tan prominente lugar ocupan en su «alianza de civilizaciones».