Tras pelearnos con las últimas cajas y los operadores de Teléfonica, finalmente puedo escribir desde casa, y lo haré hablando de un tema tan de actualidad como espinoso. Ayer viernes se celebró en Madrid la primera reunión del recientemente constituido Grupo de Impulso de los Objetivos del Milenio (MDG Advocacy Group), un grupo de 17 expertos, hombres de negocios y líderes políticos que busca generar apoyos para esta iniciativa de las Naciones Unidas. De la reunión – a la que asistió entre otros el Secretario General de la ONU Ban Ki-moon – y sus resultados,sin embargo, se ha hablado y escrito poco – o más bien nada. La atención y la polémica se ha centrado en la visita a España de Paul Kagame – Presidente de Ruanda y co-presidente del Grupo de Impulso – y el encuentro (finalmente el «no-encuentro») entre éste y el Presidente español José Luis Rodriguez Zapatero, el otro co-presidente del grupo.
Desde que se supo que Kagame estaría en Madrid, diversas asociaciones y ONGs han solicitado a Zapatero que no se reuniera con Kagame, así como exigido a la ONU que retirase a Kagame del grupo. Finalmente ayer – el mismo día de la reunión – el Gobierno decidió que Zapatero no se reuniría con Kagame y que sería Moratinos (el ministro de Exteriores) quien asistiría a la reunión. Esta decisión fue celebrada por los organizadores de la campaña – que también se manifestaron ayer frente al Ministerio de Exteriores – , así como por algunos comentaristas que ven en esta decisión algo positivo, ya que simboliza el distanciamiento entre Zapatero y Kagame. El único punto aún por conseguir es pues que la ONU aparte a Kagame del Grupo de Impulso, con lo que se aumentaría el aislamiento internacional del líder ruandés – criticado cada vez más por la situación política en el país en vísperas de las elecciones que se celebrarán el próximo mes – las críticas más recientes lanzadas por la Secretaria de Estado de EEUU, Hillary Clinton.
Paul Kagame, Ban Ki-moon, Miguel Ángel Moratinos y Antonio Banderas ayer en la reunión del Grupo de Impulso – G. LEJARCEGI (El País)
En mi humilde opinión sin embargo, la decisión tomada ayer por el Gobierno de España no fue la acertada, desde luego por la forma en que se tomó, pero también por el fondo de la cuestión. A continuación intentaré brevemente señalar tres de las razones por las que creo que el espectáculo dado ayer por el Presidente del Gobierno, no debería haber tenido lugar:
La decisión de finalmente no verse con Kagame responde a motivos y razones de política doméstica. Según El País, al conocer que Zapatero finalmente no se vería con Kagame, «la ministra de Asuntos Exteriores ruandesa, Louise Mushikiwabo, expresó en términos diplomáticos su malestar por el plantón del jefe del Gobierno español…Tras recordar que el objetivo de la visita a Madrid del mandatario ruandés no era entrevistarse con su homólogo español, atribuyó a razones de política interna la decisión de Zapatero de evitar a Kagame. «Sabemos que no son tiempos fáciles para la economía y el liderazgo de vuestro país», declaró a los periodistas.»
Y la verdad es que creo que no le falta razón a la señora Mushikiwabo, al atribuir la decisión a motivos internos. La propia vicepresidenta María Teresa Fernández de la Vega confirmaba esto al afirmar: «El presidente del Gobierno recibió ayer una petición de algunos grupos políticos de que no se debía entrevistar, no consideraban conveniente que se produjera ese encuentro»…El presidente del Gobierno ha sido sensible, ha atendido a esa petición, vamos a reunirnos con algunos partidos políticos para explicar cuál es la decisión». Si bien las asociaciones llevaban tiempo exigiendo que no se celebrase la reunión fue sólo tras recibir una carta firmada por representantes de siete partidos políticos (Convergència i Unió (CiU), Esquerra Republicana (ERC), Izquierda Unida (IU), Iniciativa per Catalunya (ICV), Coalición Canaria (CC), el Bloque Nacionalista Galego (BNG) y Nafarroa Bai) que Zapatero decidió no verse con Kagame. Tras una dura semana en la que su actuación en el Debate del Estado de la Nación ha sido criticada, quizá Zapatero vio en la visita de Kagame la oportunidad de anotarse un punto fácil frente a la opinión pública. Si es este el caso, esto es más que criticable: una cumbre internacional, organizada desde hace tiempo, no puede cambiarse a última hora porque aumente la oposición doméstica.
Si Zapatero no quiere compartir mesa con Kagame, nadie le obliga. Si el Gobierno de Zapatero está verdaderamente a disgusto con la manera en que Kagame dirige Ruanda, que no hubiese aceptado la invitación a co-presidir el Grupo de Impulso con Kagame. No era obligatorio; y si bien es cierto que queda muy bien decir que co-presidimos el Grupo de Impulso de los Objetivos del Milenio, esto conlleva también una responsabilidad: la de trabajar con el resto de socios, y hacer lo mejor para los objetivos del grupo. En mi opinión, no da muy buena imagen ni de nuestra diplomacia, ni contribuye a los objetivos del Grupo (que recordemos en captar apoyos y visibilidad), el organizar una cumbre, invitar a las autoridades a participar (Kagame incluido) y, a última hora, trasladar la reunión de La Moncloa a un hotel del centro de Madrid, decidir no verse con Kagame y enviar a Moratinos a «solucionar la papeleta». Ha habido muchos momentos desde que se formó el grupo (en Mayo) para gestionar la visita de Kagame. La manera en que finalmente se hizo demuestra que el no verse con Kagame respondía más a la presión de la opinión pública que a una directiva del Ministerio de Asuntos Exteriores.
La gestión de Kagame es muy criticable, pero cuidado con las afirmaciones que implicitamente endorsa la decisión del Gobierno. La razón más de fondo por la que considero que Zapatero debería haber mantenido su agenda, es que la posición y algunas de las afirmaciones hechas por aquellos que se oponen a la entrevista con Kagame son, cuanto menos dudosas. La principal razón esgrimida por los partidos políticos que escribieron a Zapatero es que Kagame está imputado en la Audiencia Nacional por los delitos de genocidio, crímenes de lesa humanidad, crímenes de guerra y atentado terrorista, así como la muerte de nueve ciudadanos españoles. El tema de esta denuncia contra Kagame y otros mandos del Ejército Patriótico Ruandés (EPR) – como el general Faustin Kayumba Nyamwasa, quien ahora ha abandonado Ruanda y vive en exilio en Suráfrica donde intentaron asesinarlo hace unas semanas – es, como muchos de los asuntos que conciernen a la región de los Grandes Lagos, cuanto menos, complejo y lleno de matices.
El presidente de Ruanda, Paul Kagame, junto al general Faustin Kayumba Nyamwasa, en 2001.- AP
Los impulsores de la denuncia contra Kagame, presentada en 2005, fueron un grupo de ONGs y personas agrupadas en el Forum Internacional para la Paz y la Justicia en el África de los Grandes Lagos, entre los que se encuentra Joan Carrero Saralegui, Presidente de la Fundació S’Olivar, una ONG mallorquina. El mismo Joan Carrero al que pasado mes de noviembre, y junto con Joan Casòliva, presidente de la organización Inshuti/Amigos del Pueblo de Ruanda, un grupo de expertos de la ONU acusaba de «proporcionar apoyo financiero, logístico y político» al Frente Democrático para la Liberación de Ruanda (FDLR), grupo armado ruandés opuesto al régimen de Kigali que opera en el este de Congo. Organizaciones que, participan también en la campaña para que Zapatero no se entrevistase con Kagame, organizada por los Comités de Solidaridad con África Negra (UMOYA), apoyados por la Red de Entidades de Desarrollo Solidario (REDES, plataforma que agrupa a 52 organizaciones civiles), Fundación SUR, AFRICA TUMAINI, Drets Humans Malorca, Fundación S´ Olivar, INSHUTI Amics dels Poblres de Rwanda, Burundi i el Congo, Alianza Española contra la Pobreza, Veritas RWANDA FóRUM, Alianza Española Contra la Pobreza. Es decir, que la campaña contra Kagame tanto en los juzgados como en la opinión pública viene del mismo grupo de asociaciones, quienes a su vez han sido acusadas de financiar asociaciones terroristas. Una situación muy compleja pues, y cuyos detalles desconozco, pero que debería hacer que se prestase especial atención a las afirmaciones hechas en uno y otro sentido.
Además de la campaña en contra de la visita de Kagame, UMOYA también ha publicado diversos artículos contrarios al regimen de Kagame, en los que se le tilda como “el mayor criminal en activo”, y en el que se dice que el «conflicto armado por él promovido ha causado la muerte violenta de 5 millones de congoleños y 2 millones de ruandeses», afirmaciones sin duda alguna, controvertidas. Además de señalar a Kagame como responsable del conflicto de los Grandes Lagos, UMOYA ha escrito también artículos críticos (revisionistas?) con la versión aceptada del genocidio de Ruanda, con títulos como «¿Qué pasó en Ruanda? Otra visión del genocidio», y en el que se puede leer:
Tras el genocidio de Ruanda de 1994 hay dos visiones de esa realidad fuertemente enfrentadas: una habla sólo de ese genocidio, el genocidio de los tutsis; la otra no niega a éste último, pero afirma que hubo otros 3 genocidios más pero contra los hutus de los que no se suele hablar o incluso se niega su existencia.
Está claro, como han señalado muchos comentaristas, y como he escrito aquí, que la situación en Ruanda es extremadamente delicada, y que la actitud de Kagame y su uso de la memoria del genocidio, es más que criticable. Recientemente ha habido también ataques a periodistas, miembros de la oposición, y existen dudas de que las elecciones del próximo Agosto tengan los niveles de libertad y trasparencia que serían deseables. Todo esto es obviamente criticable y no podemos sino exigir un mayor compromiso con el proceso democrático en ruanda, comparable con los éxitos económicos del país. Todo esto sin embargo, en mi opinión, no justifica el plantón dado ayer por Zapatero a Kagame, ya que nuestra política exterior tolera (e incluso alaba) a otros dictadores del continente, como por ejemplo, y por citar el caso más claro y cercano, Teodoro Obiang. Además, y como he señalado anteriormente, el ceder a las presiones de estas organizaciones puede suponer un apoyo implicito a sus argumentos y narrativa acerca del conflicto de los Grandes Lagos, algo que me parece extremadamente peligroso, ya que se acerca al revisionismo del genocidio. Esperemos que en un futuro las decisiones de política exterior en las que se trata de dar una imagen positiva de nuestro país se tomen de manera más estudiada y menos dirigidas por el ruido mediático y las presiones domésticas.
De acuerdo contigo en que las formas no han sido las mejores, es lo que pasa por no tener una política exterior definida en lo que a África se refiere, pero creo que ha sido una buena decisión. Por supuesto que tomada por motivos mediáticos y/o partidistas, ojalá la presión sirviera lo mismo cuando se trate de Guinea, aunque me temo que ahí hay muchos más intereses.
De todos modos, muy interesante tu enfoque. Creo que nadie sabe muy bien lo que pasó y pasa en Ruanda, así que toda información es poca.
Saludos!
Gracias por tu comentario Aurora! La verdad es que estoy de acuerdo en que el principal problema es la falta de unas líneas claras en la política española respecto a África. Si existiesen, serñia mucho mñas difícil que sucedieran este tipo de cambios de última hora…