La obra de Chinua Achebe publicada por primera vez en castellano

img El pasado sábado dio comienzo la Feria del Libro de Madrid, llena, como es habitual, de casetas, autores, actividades y novedades editoriales. Y una de estas es una muy buena noticia para todos aquellos interesados en la literatura africana. Es cierto sin embargo, que la palabra novedad puede ser algo exagerada, ya que estamos hablando de una obra literaria escrita en 1958.
Los primeros en dar la noticia, el pasado viernes, fueron El Señor Kurtz, y el boletín de Casa África, que incluía esta como una de sus recomendaciones. Hablo de la publicación por Random House Mondadori, dentro de su colleción DeBolsillo, de tres obras del gigante de la literatura africana, Chinua Achebe, incomprensiblemente ignorado por las editoriales españolas.
Se publican ahora sus tres primeras novelas Todo se desmorona (1958) (Things Fall Apart); Me alegraría de otra muerte (1960) (No Longer at Ease); y La flecha de Dios (1964) (Arrow of God) – que forman lo que algunos denominan, de forma informal, la Trilogía Africana de Achebe.
Además de estas menciones, el diario Público incluía también este lunes, y con motivo de la publicación de estos libros, un artículo sobre la obra de Achebe en el se puede leer:

Achebe es considerado el padre de la literatura africana moderna y uno de los más grandes escritores en lengua inglesa del siglo XX.
Sus novelas son el mejor relato del África presa de los vicios heredados tras las misiones evangélicas con las que el hombre blanco llegó a colonizar el continente. La ineficacia de las autoridades, el desmoronamiento de la democracia, la tiranía del poder, las tinieblas de los procesos electorales, la frustración y la violencia, los cohechos son los cachitos de realidad con los que Chinua Achebe (Ogidi, Nigeria, 1930) salpica a sus personajes en una obra narrativa que en España sólo se conoce de oídas.

Todo se desmorona fue «la primera novela escrita en inglés que contó la intimidad de un personaje africano, más que retratarle como un ser exótico, como nos veían los hombres blancos», recuerda Wole Soyinka sobre la aparición del libro. De hecho, el propio Achebe reconoce que desde el primer momento tenía claro que «no quería hacer esta historia más agradable». Los escritores africanos optan por el realismo, por la crónica, «porque de alguna manera son líderes de la sociedad», dice Marta Sofía López. Aceptan ser guías de su pueblo. En este sentido, los juegos literarios no tienen sentido. Es una narrativa directa.
«La escritura en inglés es una opción dolorosa para mí», porque a fin de cuentas es la lengua de quienes se impusieron a la fuerza. «Pero nadie asume una lengua para castigarla después, porque esa lengua entra a formar parte de uno mismo. El Igbo y el inglés se cruzan con toda normalidad en las conversaciones cotidianas de mi país», dice. Por la misma razón tampoco se olvida de la tradición oral en sus relatos. «Los proverbios y los cuentos son el aceite de palma con el que nos comemos las palabras», explica en un artículo. Achebe mantiene vivo el uso del pidgin, la lengua franca del norte de África, trufado con el inglés.

Achebe fue el el primero en romper con el relato occidental. El inaugurador de una literatura del desencanto, que se rebela contra las cloacas de una sociedad revuelta por la mano de los blancos. De sus feroces críticas contra esta visión no salió bien parado ni el mismo Joseph Conrad, al que califica de «racista» y «sangriento» por su tratamiento de los africanos en El corazón de las tinieblas.
En una conferencia titulada Una imagen de África: racismo en El corazón de las tinieblas, de 1975, describe a Conrad como un autor obsesionado con la palabra «negro» y devoto admirador de la piel de color blanca, que redujo a los africanos a una condición infrahumana. Según la lectura de Achebe, Conrad presentó África como «la antítesis de Europa y por lo tanto de la civilización; un lugar donde la bestialidad triunfante se burla de la inteligencia y del refinamiento del hombre». Concluye que el autor polaco quiso ridiculizar tanto el paisaje africano como a los africanos. La crítica señala la destrucción de la mente de Kurtz, el protagonista, como asunto esencial. «¿Pero es que nadie ve la arrogancia de reducir África a un recurso para tratar la desintegración de una pequeña mente europea?», reprocha.

Dada la importancia de este autor y de su obra, en especial de «Todo se desmorona», es, como señalan todos los comentaristas, increíble que el público español haya tenido que esperar tanto tiempo para disponer de estas obras en castellano. Pero por fin han sido publicadas, y no podemos sino alegrarnos y recomendar a todos los interesados y que aún no hayan leído la obra de Achebe, que se acerquen a estas novelas. No os defraudarán.

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