El asesinato de Eugene Terreblache sacude Suráfrica

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Ayer por la tarde saltó la noticia, tan inesperada como inquietante. El líder supremacista blanco surafricano, y líder del partido de inspiración nazi AWB (Afrikaner Weerstandsbeweging – Movimiento de Resistencia Afrikaner), Eugene Terreblanche fue asesinado en su granja. El asesinato fue presuntamente cometido por dos trabajadores contratados por él tras una disputa por los sueldos que se les adeudaba. Dos jóvenes de 16 y 21 años han sido ya detenidos, y el caso parece pues relativamente fácil de resolver.

Podría éste tratarse de un ejemplo más de la violencia que existe en partes de la sociedad surafricana. Y es que, a pesar de que la sociedad surafricana ha avanzado increiblemente en la superación del conflicto racial, y de que la transición post-1994 ha sido modélica en muchos aspectos, en grandes partes del país, sobre todo las zonas rurales, el legado del apartheid permanece aún vivo. Así, esporádicamente aparecen en los medios, noticias referentes a vejaciones a las que se somete a algunos ciudadanos negros, o a brutales asesinatos de sus trabajadores cometidos por granjeros blancos, o de los que son víctimas ellos – de hecho, 3.000 granjeros blancos han muerto asesinados desde el fin del apartheid. Si no se tratara de Terreblanche pues, este asesinato se enmarcaría dentro de las tensiones existente en el mundo rural y generadas por las desiguladades estructurales en el reparto de tierras, y por aspectos más circunstanciales como la actual crisis económica.

Sin embargo, algunos sucesos recientes, y sobre todo la personalidad de Terreblanche, hacen que el asesinato – aunque no en sí un hecho excepcional – pueda tener posibles repercusiones políticas, y alimentar las tensiones raciales que aún permanecen en Suráfrica. De hecho, cuando se conoció la noticia, y como ya es común con este tipo de sucesos, ésta se propagó rápidamente por las redes sociales – de hecho así me llegó a mí (gracias @eliaws 😉 – y al hacerlo numerosos surafricanos expresaban su preocupación por la posibles consecuencias políticas del asesinato. Por ejemplo una amiga en Facebook comentaba: «Terreblanche asesinado, justo después de conocerse que la justicia prohibe a Malema cantar «mata a los boers». No pinta bien». A lo que alguien más apostillaba – y simbolicamente en Semana Santa (en referencia a la posible «santificación» de Terreblanche por parte de los supremacistas.
Para todos aquellos que no conozcan su personalidad y sus deplorables ideas, es más que recomendable que vean este clip (en inglés), parte de un documental realizado por el genial periodista británico Louis Theroux sobre Terreblanche para la BBC.

Está claro pues, que este asesinato puede encender la mecha de conflictos y tensiones latentes en la sociedad surafricana. Este hubiera sido el caso también, de haberse producido el asesinato hace unos meses, dado que Terreblanche era una figura carismática entre los supremacistas blancos, si bien el grupo de personas que comparten su ideología – y el poder de convocatoria de su partido, el AWB – es, afortunadamente, muy limitado. Sin embargo el potencial para la incitación al odio racial que esta muerte puede tener ha crecido con las actuaciones populistas del líder de la ANCYL (Liga Joven del Congreso Nacional Africano), Julius Malema. Este, también carismático, líder se ha visto envuelto recientemente en numerosas polémicas, y ha abrazado un discurso populista, que en ocasiones le ha llevado a actuaciones irresponsables. Así por ejemplo, su apoyo a la nacionalización de las minas en Zimbabue pronunciada ayer en Harare – anunciando que Suráfrica seguirá el mismo camino – se ha visto acompañado en la últimas semanas por frecuentes representaciones de la canción Ayesaba Amagwala (Los cobardes están asustados), que incluye el verso dubul’ ibhunu (dispara al boer). Es decir, para promover puntos que pudieran tener cierta validez política, Malema se ha servido del populismo más barato y peligroso, algo en lo que en ocasiones ha sido apoyado por la propia dirección del ANC.

Con el asesinato de Terreblanche, esta pólvora sembrada para un posible giro radical del gobierno surafricano, puede voverse mucho más peligrosa. Así, en su comunicado. el AWB

exhortó a la moderación mientras preparaba el funeral de su líder y decide los pasos a seguir. En Ventersdorp, un sector agrícola unos 100 kilómetros al oeste de Johannesburgo, seguidores del partido dejaron flores en la entrada de su granja de Terre’blanche.
«Decidiremos sobre las acciones y vamos a tomar venganza por la muerte del señor Terre’blanche», dijo el portavoz Andre Visangie.
Terre’blanche podría ser enterrado el jueves o el viernes de esta semana, agregó.
El AWB vinculó el ataque con la recuperación reciente de una canción de la era del apartheid con letras que decían «matad al boer», que fue cantada por el líder de la liga juvenil del partido ANC, actualmente en el poder, generando una polémica que causó temor de una creciente polarización racial.

(Reuters)

En estos momentos, y dado que es imposible pedir moderación a los supremacistas del AWB, que sin duda utilizarán la muerte de su líder para promover sus deleznables fines políticos, la pelota se encuentra tanto en el tejado de la sociedad surafricana como, sobre todo, en el del ANC. De momento Zuma ha llamado a la calma, diciendo hoy que el asesinato

se trató de un «acto terrible», al tiempo que pidió a los sudafricanos «no permitir que agentes provocadores se aprovechen de esta situación incitando o alimentando el odio racial».

(Reuters)
También, y según el Mail&Guardian, el director nacional de la policía, Bheki Cele, ha asegurado el crimen será resuelto, que no hay detrás ninguna motivación política y que han visitado a la familia de Terreblanche, y les han asegurado de todo esto (y que el mensaje ha sido bien recibido).

Queda pues claro que la ANC tiene delante una dificil doble tarea, de garantizar la calma en el país, y la de cortar las alas del peligroso populismo barato de Malema – que sectores del partido, envalentonados por la victoria de Zuma, han consentido hasta ahora. Una tarea que tendrá que hacerse en un contexto mucho más complicado que hace unos meses. Aunque sea necesario esperar unos días para calibrar las predicciones en base a las respuestas que genera este asesinato – en especial lo que suceda durante el funeral de Terreblanche – la lección parece clara para los líderes del ANC: quien juega con fuego puede quemarse los dedos.
El asesinato de Eugene Terreblache sacude Suráfrica

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