Ayer asistí a una conferencia a cargo del periodista sierraleonés Sorious Samura en el Centre d’Informació i Documentació Internacionals a Barcelona (CIDOB). El encuentro – co-organizado por el CIDOB y la Televisió de Catalunya – intentaba examinar algunos asepectos de la realidad africana y de Sierra Leona, desde el punto de vista no estrictamente político sino también periodístico. Fue una experiencia amena e interesante, en la que se ha hablado de varios temas, y en la que Samura ha hablado desde su experiencia personal y ha narrado muchas e interesantes anécdotas.
El periodista Sorious Samura
Sarious Samura es un conocido realizador de documentales, que ha trabajado para ditintos canales de televisión, como CNN o la BBC (aquí puede leerse una pequeña biografía). Su pieza más conocida e impactante es Cry Freetown, un documental de menos de 30 min de duración pero cuyas imágenes perviven en la memoria, no importa cuanto tiempo haga desde que se ha visto. La brutalidad de las imágenes se graba en la retina, y es muy dificil de aguantar – de hecho cuando se mostró en la universidad, varias personas salieron de la clase. Este documental se convirtió en un pequeño fenómeno periodístico e hizo que Samura fuera conocido fuera de su país y recibiese dos prestigiosos premios, el Rory Peck Award y el Mohamed Amin Award, además de hacer llegar al público europeo la brutalidad de la guerra civil en Sierrra Leona. Fue precisamente esto lo que llevó a Samura a mantener durante los dos años que vivió en Londres, 3 trabajos simultáneamente y trabajar durante 22 hrs. al día para ahorrar el dinero que le permitiese filmar sus propios documentales.
La conferencia ha tocado muy diversos temas, pero uno en especial ha sido el más destacado, y sobre el que comentaré brevemente. Durante su charla Samura ha argumentado en distintas ocasiones la necesidad de los africanos de tomar «responsabilidad» por sus acciones, algo que ha repetido una y otra vez. Esta prescripción se contraponía a la actitud de victimismo que según él adotan numerosos africanos, pero que proviene de la imagen de «pobres» e «indefensos» africanos que transmiten los medios occidentales. Según Samura es esta imagen de victimismo – que se origina en el sentimiento de culpabilidad de algunos europeos – es lo que lleva a las poblaciones y gobiernos africanos a reclamar ayudas para el desarrollo o para emergencias (como la reciente petición etíope de alimentos para combatir la hambruna que asola el país), en lugar de poner en orden su propia casa. Estos argumentos que ponene en tela de juicio el sistema de ayuda al desarrollo tienen sin duda validez – y han adquirido recientemente mayor visibilidad a raíz de la gran cobertura mediática que ha recibido la publicación del libro de Dambisa Moyo «Dead Aid», en el que se argumenta que la ayuda que los gobiernos occidentales ofrecen a los africanos, no sólo no ayuda, sino que ha perjudicado al continente. Mientras que está claro que es necesario repensar todo el sistema de ayuda al desarrollo y evaluar su efectividad, que es más que discutible, algunas de las conclusiones de Moyo – como el suspender todo tipo de ayuda inter-gobernamental en cinco años, o su fé en la bondad del mercado libre, son algo más cuestionables.
Sin embargo, más allá del debate específico acerca de la ayuda al desarrollo, me parece también que Samura en su charla de ayer se sobrepasó en su caracterización, y pecó quizá de la misma simplificación que denuncia. Así, el decir que la culpa es de «los africanos» que «no sólo no cuidan cuidan su casa, sino que la ensucian» es una gran generalización; y el argumentar que esto no se dice con suficiente claridad y frecuencia porque la corrección política y la mala conciencia europea lo impide, no hace que el argumento sea válido. De hecho, de estos argumentos se puede pasar facilmente a otro cliché – totalmente opuesto al del victimismo – pero igual de pernicioso: el que los africanos no saben cuidar de su propia casa, que son poco mejores que salvajes, y que mejor se estaba con el colonialismo – algo que según Samura opinan una parte de los propios africanos. Para evitar estas generalizaciones yo opino que es necesario explorar las diferencias entre clases (un concepto pasado de moda y cuya validez en el contexto africano ha sido dudado por algunos, pero que sin embargo recoge mejor que ningún otro la desigualdades del continente) en el continente, así como de los sistemas políticos e institucionales africanos – tanto dento de los propios países como de cara al exterior.
Este énfasis en los sistemas políticos es quizá una deformación profesional mía, pero es sin embargo parte de un proceso clave – como ha argumentado también Samura, si bien sólo explicitamente al final de la charla – el de promover el conocimiento de África. Algo que requiere, para llegar a la mayor parte de la población posible, un periodismo no de titulares, sino de contexto. Que explique no sólo qué está pasando, sino por qué. Sólo así se pueden combatir los clichés que dominan la cobertura mediática Áfricana y que tan frustantes llegan a ser (como reflexiona Lunatrix desde Senegal).Pero enfatizar que África es un continente tan extenso y diverso que ninguna generalización le puede hacer justicia, no vale sólo para el periodismo sino para todos los aspectos del estudio y las relaciones con el continente. Acercarse a sus realidades ha de hacerse no a través de los prejuicios ni las buenas intenciones, sino de la misma curiosidad que nos puede llevar a interesarnos por cualquier otro lugar del mundo – ya sea cercano o lejano.